«Sé que estás ahí. Cierro los ojos, escucho el parpadeo de los tuyos como mariposas que mendigaran su hambre, el crujir de la carne atravesando la invisibilidad del tiempo. Es cierto que tu presencia me reconforta, saber que junto a mí existe otro latido que rasga el silencio, el alivio de que en pensarse no está en juego la vida»