“No hay manchas de sangre en las ciudades blancas, ni pájaros que salpiquen con su canto las aceras. Los gobernantes son muy estrictos en ese aspecto. Pero sí hay niños solitarios jugando al escondite con la última luz de la tarde. Todo el mundo sabe que aquí, en las ciudades blancas, la noche es tan solo un saco de carbón junto a la puerta. Los perros se pasan las horas mirando por la ventana, esperando que los huesos de un dios moribundo caigan del cielo”
“La libertad siempre está a las afueras”